" -Van, Lázaro! - gritòle el Salvador. Y del sepuldro negro el cadáver alzóse entre el sudario, ensayó caminar, a pasos trémulos, olió, palpó, miró, sintió, dio un grito y lloró de contento.
"Cuatro lunas más tarde, entre las sombras del crepúsculo oscuro, en el silencio del lugar y la hora, entre las tumbas del antiguo cemetario,
"Lázaro estaba sollazando a solas y envidiando a los muertos."
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